clarín miente, es la verdad más grande que se dijo en el nuevo milenio. dos palabras que demuelen día a día el escarnio del pueblo argentino.
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la verdad es tan conmovedora, que hoy la agenda del furibundo monopolio de la palabra, del sentido, resbala en sus propios fluidos y se retuerce con cólicos diversos. es tan obvia su catarata de mentiras que nadie que se precie medianamente les cree un ápice.
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-¿porqué invirtió en títulos públicos de la deuda argentina?
inversor: porque soy sagaz.
-¿pero usted le decía a todos que los títulos públicos eran una basura?
inversor: ser sagaz es lograr que el otro haga lo que no le conviene para que haga lo que a mí me conviene.
-¿así fue como usted también estafó a los jubilados?
inversor: los persuadí.
-¿para que pierdan?
inversor: soy muy convincente.
¿pero los jubilados no dijeron ni mú, todo indica que los responsables fueron los bancos, que administraban el dinero?
inversor: le repito, soy muy convincente.
-¿si a usted no le conviene, dios no existe?
inversor: dios no existe.
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sienten de sí mismos que están por encima de la verdad y la mentira. ellos, consideran, son la realidad. pero hacen tanta agua por todos lados, que ni los grandes nadadores de aguas abiertas parecen resistir. ya les duele mucho. están heridos y rabiosos. siempre fueron un tremendo peligro para nuestra salud, pero ahora están encarnizados. la batalla cultural está en el centro de la escena. los timoratos temen, se dejan asustar.
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