10/17/2005
NCG: A Bucay le crece la nariz (segunda edición)
Auxilio, socorro, warning
No tenemos psicoanalista con diván, ni terapista de vidas pasadas, ni siquiera entendemos a los cachetazos
Estas son las Noticias de Ciudad Gótica
Un desquicio de información
A Bucay le crece la nariz
El psicoanalista Jorge Bucay, que fue acusado de plagio, indicó hoy que "No hay un libro copiado, hay sólo citas que no han sido correctamente acreditadas", para negar que haya reconocido el plagio, tal como informó el lunes el diario El País, en un artículo titulado "Bucay reconoce haber copiado en Shimriti una sesentena de páginas de la española Mónica Cavallé".
Al respecto, el famoso psicoanalista agregó: “No se porqué hablan de plagio si yo solamente escribí “Tus zonas falladas” de Wayne W. Bucay, “Mujeres que corren con bobos” de Jorge Pinkola Bucay y “Las increíbles ocurrencias de la mula de Nasrudín” de Idries Bucay.
Veníiiiiiiiiiiiiiiii Batmannnnnnnnnn que en las librerías están vendiendo “Cuatro ensayos para una teoría sexual” de Sigmund Bucay, “Un tipo en busca de sentido” de Victor Bucay y “El cagazo a la libertad” de Eric Bucay.
Batmannnnnnnnnnnnn vení que acá nos miente el psicoanalista, nos roban los policías, nos enferman los médicos y el Quaquer nos hace mal.
Batmannnnnnnnnnnnnnnnnnnn si lo ves a Cristian decile que le agradecemos las sugerencias
Será hasta cualquier momento en que digamos
Auxilio, socorro, warning
Manu Chao: Destinación esperanza
Un libro reúne las entrevistas del músico con un periodista belga.
Manu Chao estrena banda y prepara un nuevo disco: "Hago música como una autolimpieza. Es mi manera de soltar toda la rabia que tengo cuando veo cómo funcionan las cosas"
Amelia Castilla / Pilippe Manche
El País/La Vanguardia
Manu Chao (París, 1961) ha formado una banda con cuatro músicos y ofrece conciertos sorpresa en Barcelona. Tras rodar sus nuevas canciones en esos conciertos fugaces, las grabará en un disco editado por su propio sello para el que aún no tiene fecha. Mañana se publica Manu Chao. Destinación esperanza, conversaciones (Seix Barral), del periodista belga Philippe Manche, en el que reúne sus entrevistas con el autor de Clandestino. Manu Chao. Destinación esperanza puede leerse como una biografía, pues el escurridizo artista habla de todo. Permite seguir paso a paso sus experiencias como músico y sus ideas políticas, pero ofrece también datos curiosos como cuando era niño y su padre, el periodista Ramón Chao, recibía en su casa de París a escritores como García Márquez. No faltan tampoco alusiones a su faceta como adolescente situado en el lado oscuro de las bandas y las drogas o información sobre su hijo: "No acabo de entender la frontera de la sangre. No concibo la familia como algo físico, sanguíneo. Tengo un hijo en Brasil, pero los hijos de mis colegas también son mis hijos".Chao, que pasa por ser uno de los artistas que más venden, cuenta que trabaja, sobre todo, de noche con el ordenador. A partir de las doce de la noche no le llama nadie y puede fumarse un porro y ponerse a trabajar. Pero también le gusta encerrarse en un bar y quedarse hasta la madrugada "improvisando nuevas canciones. En esas ocasiones soy el rey de la guitarra rítmica". El libro, para cuya publicación ha dado el okey el propio artista, recoge confidencias hechas al autor desde 1998. Está dedicado a Joe Strummer, líder de los Clash, precursor del punk e inspirador de Mano Negra. Ahora, cuando mira hacia atrás, Chao se da cuenta de que nunca ha hecho nada que no le apeteciera hacer. "Sería tonto cambiar ahora que me van tan bien las cosas". Vive entre París, Río de Janeiro y Barcelona, donde tiene un apartamento de 90 metros cuadrados, incluido el estudio de grabación. "Tengo mi cocina, mi cuarto, mis discos, pero casi siempre comemos fuera. Mi sala de estar es inmensa. Nuestro lugar de trabajo es la calle". En el barrio se junta con los colegas. "Hay panaderos, un tío que hace miel, un zapatero, el dueño de un bareto, yo que soy músico. En ese barrio también hay muchos músicos callejeros. Me encanta mi barrio, como también me encanta mi barrio en Río de Janeiro. En este momento, tal vez sean los dos lugares en los que tengo tiempo de hacer que las cosas se muevan". A estas alturas Chao ya no tiene que demostrarse nada. Tiene su propio sello y todo lo que toca parece convertirse en oro. El disco de los cantantes ciegos de Malí, Amadou y Mariam, Dimanche á Bamako, producido por él, ha sido un éxito, y ha agotado su disco-libro Sibérie m' était contée, en el que Chao, con voz espléndida, se acercaba a la chanson. Además del disco que prepara en estos momentos, esta vez en la línea de Clandestino con el que tiene previsto realizar una gran gira, ha firmado recientemente la banda sonora de Pincesas, la película de León de Aranoa. "Tengo la sensación de que ya he dejado mi carrera a la espalda, así que lo que me queda por delante tiene que ser la hostia".
Manu Chao: toda la vida
El músico, cantante y agitador cultural Manu Chao es, sin duda, uno de los casos más célebres de simbiosis entre arte y compromiso en el terre-
LA VANGUARDIA - 17/10/2005
MÚSICA Y DIVERSIÓNPHILIPPE MANCHE: ¿Cómo explicas el éxito de tu música?
MANU CHAO: Nosotros presentamos un espectáculo.Lo digo entre comillas, porque no es una palabra que me guste mucho, pero nuestro honor es que, en todas partes, conseguimos transmitir nuestro mensaje, y en todas partes, la gente pasa un buen rato. Un momento vital. Vital en el sentido de que da energía de la buena a la gente, y también a nosotros. Cuando digo mensaje, no sé exactamente cuál es el mensaje. Pueden ser mensajes de movidas sociales, o de diversión. De todas maneras, creo que la mejor manera de transmitir un mensaje es divirtiéndose. Somos un grupo de música. Como músicos, nuestro primer deber es hacer feliz a la gente. (...) El único mensaje que intento comunicar es para mí solo. Cuando escribo, cuando estoy grabando, cuando hago música, es como una autolimpieza. Es mi manera de soltar toda la rabia que tengo cuando veo cómo funcionan las cosas.
EL BARRIO, LAS DROGAS
P.M.¿Vuelves de vez en cuando a Sèvres, el barrio donde creciste?
M.CH.Muy poco.
P.M.¿Se te hace extraño volver?
M.CH.Claro, pero está muy bien. El otro día escribí un textito sobre eso.Cuando vuelvo a Sèvres, la primera impresión que tengo es que todo sigue igual y que soy el chaval de barrio que tuvo suerte. (...) Gané la lotería. El otro día fui al cementerio.Allí están muchos de mis colegas.Así que, sí, yo tuve suerte. Cuantizodo tenía quince años, éramos todos camellos de hierba, y nos hacíamos los chulitos delante de las tías. Tampoco es que fuera mucho negocio, lo hacíamos más para ligar que para otra cosa. Nunca olvidaré el día en que aterrizó sobre la mesa el primer paquete de heroína. El jefe de la banda dijo: "A partir de ahora, vais a vender esto, y el que no quiera es un pringado". De repente el grupo se partió en dos. Nosotros no sabíamos de qué iba. Nunca olvidaré ese día en mi vida. La mitad de la banda dijimos que no, sin saber por qué. Fue un día super importante en mi vida.Nunca olvidaré el paquetito blanco encima de la mesa. (...) Nos llamaron pringados durante quince días, y después, el tiempo hizo su trabajo y los destinos se separaron (…)
EL 11-SP.M.
Desde el 11 de septiembre, algunas de tus canciones, como Mr. Bobby, por ejemplo, van adquiriendo otros significados. Cuando cantas This world goes crazy/ it´s an emergency, hoy en día tiene otra dimensión…
M.CH. El 11 de septiembre teníamos previsto actuar en Palma de Mallorca. No teníamos muchas ganas de fiesta esa noche. Decidimos dar de todas maneras el concierto. De hecho, la prensa nos criticó mogollón por no haberlo anulado. Y nuestra respuesta fue la siguiente: cuando hubo dos millones de muertos en Ruanda, nadie se planteaba tener que anular un concierto. Razones para anular un conciertos, dramáticamente, las hay todos los días. (…) Lo que me preocupa es que, con lo que acaba de pasar, se ha abierto la puerta al Estado policía en todas partes, en Europa, en Estados Unidos, en México. (...) Van a aprovechar para comerse los derechos. Estábamos todos dormidos. La cosa tenía que estallar por algún lado, estaba claro. (…) En lo que a la gente se refiere, nos podemos volver a dormir muy pronto porque no tenemos los medios para cambiar las cosas.¿Qué otra cosa podemos hacer que seguir viviendo y seguir con lo que estamos haciendo? Pienso que esto ha despertado muchas conciencias. Los comentarios aquí y allá son muy mitigados. Al día siguiente, cuando leíamos en el periódico "Todos somos norteamericanos". Creo que somos muchos los que no estamos de acuerdo con eso. (...) Nunca he visto un periódico europeo que publicara: "Todos somos palestinos". (…)
TRABAJO Y VIDA PRIVADAP.
M. Para ti, tu curro es tu profesión…
M.CH.Pues claro que es mi profesión…
P.M.... y tu vida, todo está íntimamente ligado. ¿Cómo separas las cosas?
M.CH. No separo. Mi trabajo es mi pasión, y mi pasión a la fuerza está ligada a mi vida privada. No hay diferencia, salvo para los periodistas. Cuando me hacen preguntas sobre mi chica y tal, les contesto que no es asunto suyo. No tienen más que escuchar las canciones… Pero no les pienso decir cuáles. Les digo lo siguiente: "Mi vida privada está en mis canciones". Porque es así. Son los mismos problemas que tuve en un momento dado con Mano Negra. Los tíos no soportaban que yo viviera en nuestra oficina, pero yo dormía siempre ahí. Algunos se ponían de los nervios porque decían que nos daba una imagen como de vagabundos cuando teníamos citas allí al día siguiente. Pero yo duermo allí donde esté la máquina. En mi casa me pasa lo mismo. Nadine ya está acostumbrada. Duermo en el mismo sitio en el que trabajo. A veces me dice que estaría bien que tuviera mi propio estudio, y yo le contesto: "Claro, pero entonces ya no me verías el pelo". (…)
FAMILIA, POLÍTICA Y ATRACOS
P.M. La música. ¿Vino así, sin más, de la noche a la mañana?
M.CH. Ya no me acuerdo bien, es todo como una nebulosa. En serio, a veces intento pensar en ello y no lo consigo. Es como si me hubiera ocurrido en otra vida.
P.M. ¿Por lo menos tuviste un ambiente propicio?
M.CH. Te cuento lo que te diría mi padre. Sí, viví rodeado de música. Mi padre era pianista. Cuando mi hermano y yo teníamos unos diez años, mi padre nos obligaba a estudiar piano. Pero ese rollo no nos iba mucho. Preferíamos jugar al fútbol con los colegas. Con todo, estudié un año de solfeo y le di un poco al piano. Sinceramente, siempre le estaré agradecido a mi padre. Sigo siendo una inutilidad en solfeo, pero por lo menos algunas nociones sí tengo (…). Lo de la música llegó más tarde, cuando tenía unos dieciséis o diecisiete años: las guitarras, el instituto, escuchar rock. Después empecé a aficionarme a la guitarra. Recuerdo que me había comprado un bajo transparente. Puse un anuncio en la panadería y me llamó un tío. Era Fredo, uno del barrio, de las pandillas del barrio. Así conocí a los tíos de la calle, al entrar en el grupo como bajista. Entonces toda mi vida cambió.
P.M.Y en tu familia, ¿hablábais de la actualidad, la comentábais?
M.CH.Tengo imágenes de cuando era crío. Tenía seis años en mayo del 68. Recuerdo a mi padre con su brazalete de periodista y a mi madre, llorando en la puerta de casa, diciéndole: "¡No, no vayas, no vayas!".
P.M. ¿Hay algún otro acontecimiento de la actualidad que te marcara de niño?
M.CH. Nosotros celebramos con champán la muerte de Franco. Entonces ya era algo mayor y recuerdo la botella. Ese tipo de detalles. (…)
P.M. ¿Tu militancia se consolidó cuando te afiliaste a las Juventudes Comunistas de Sèvres
M.CH.La cosa se calmó enseguida. Formé parte de la Juventudes Comunistas de Sèvres por una razón no muy política. Nos apuntamos los tipos duros del barrio. Seríamos siete u ocho, todos por el mismo motivo. Estábamos enamoradísimos de la secretaria. Estábamos colgados de ella. Y bueno, nos apuntamos para impresionarla. Era un cañón. Al cabo de un mes, el que se la tiró fue el jefe de la célula. Me metí en las Juventudes Comunistas por amor. No por amor al comunismo, sino por amor a una rubita guapísima.
P.M. ¿En el instituto estabas metido en algún órgano de decisión, en algún movimiento
M.CH.No, el instituto era otra historia. Me sentía perdido. Yo tenía dos vidas: la de dentro del instituto, y la de fuera, con mi pandilla del barrio. Sé que era como un autista en mis últimos dos años de instituto. Tuve un grave problema de comunicación. Ya no hablaba con nadie. Ya no tenía un solo colega. Ni siquiera los profesores me hablaban. Me respetaban, pero yo ya no era capaz de abrir el pico. Salía por las noches. Tenía a toda mi pandilla. No era un delincuente, pero todos me llevaban con ellos, como una mascota, decían que yo les traía suerte. Por la noche asistía a atracos. Nunca le pegué a nadie. Nunca he tocado una pistola, pero yo estaba en el coche durante el atraco. Me moría de miedo, pero me fascinaba.
Publicada en www.rebelion.org
Carta de un inmigrante africano a la sociedad española
por Bashige Michel
Rebelión
Señoras y señores de la sociedad española, las palabras no sabrían transmitir lo que siento en este momento en el que me han obligado ¡a la fuerza a volver desde donde he venido! No me ha dado tiempo a decirles lo que me ha empujado a emprender este largo y penoso viaje durante el cual han muerto muchos de mis compañeros de infortunio. Pensaba contárselo en persona, una persona que muestra sobre sí los rastros de los malos tratos y de los sufrimientos de un pueblo oprimido y explotado. Pero este muro que ha sido levantado entre ustedes y yo, hace imposible cualquier encuentro verdaderamente humano entre nosotros y nos obliga a mirarnos desde lejos como el perro y el gato, aunque todos somos ciudadanos del mismo mundo. Dado que no podemos ya hablarnos, permítanme mirarles a los ojos, a través de este muro de separación en forma de alambrada, que ahora separa África de Europa y simboliza la falsedad de la relación que han creado nuestros gobernantes entre el norte y el sur. Este muro de separación, esta alambrada, refleja esta falsa relación en la que las materias primas que vienen del sur y los productos acabados del norte, entre ellos las armas, pueden circular, pero no los hombres. Ha sido totalmente imposible encontrarnos como verdaderos hermanos y hermanas.
Por ello, lean en mis ojos, señoras y señores, el sufrimiento y el dolor que llega de nuestras tierras en las que las multinaciones siembran la muerte y el desarraigo y quieren crear un campo de ruinas en el que sólo haya materias primas, bosques y animales salvajes, para el placer de los turistas. Es el único medio que me queda para que sepan todo lo que sufrimos en África y las causas que producen dichos sufrimientos. Ya sé que los medios de comunicación quizás no se harán eco de mi voz, ni los políticos hablarán en sus reuniones sobre los derechos humanos, porque en el fondo, mi vida como la de todos los pobres del mundo, no cuenta para ellos. ¡Nos sacrifican sin escrúpulos ni vergüenza!
Efectivamente, señoras y señores de la sociedad española, yo soy africano. Vengo de un país empobrecido; un país que ha sido saqueado por las multinacionales occidentales desde hace varios siglos y que ha sufrido guerras atroces, a menudo presentadas como guerras civiles, pero que en el fondo son guerras económicas montadas con el único objetivo de saquear nuestros países y enriquecerse al igual que los dirigentes africanos, desgraciadamente al precio de la muerte de millones de mis hermanos y hermanas. ¿De verdad no podemos construir otro mundo en el que cada persona pueda vivir en paz? Comprenden ustedes, somos víctimas de un empobrecimiento continuo, organizado desde occidente, y ejecutado a menudo por medio de nuestros propios dirigentes al servicio de las multinacionales. Son estas guerras de las que yo huyo y de la miseria que han engendrado en mi país. Quiero sobrevivir y ayudar a vivir a mi familia que se ha quedado en Africa. No quiero morir como una rata atrapada en un incendio. Por eso, como superviviente, vengo a denunciar ante ustedes esta situación inhumana y a pedirles que nos ayuden a construir un mundo justo y humano. Lo que deberíamos comer, lo que debería ayudarnos a desarrollar nuestros países, va a occidente, bien para pagar las deudas que no hemos contraído nunca, bien para comprar armas que nos matan y nos amputan los miembros, haciéndonos así incapaces de contribuir a nuestra propia subsistencia.
Por eso, nos encontramos en una situación tal que no podemos ni cultivar nuestros campos, ni dormir tranquilamente, ni pensar en el futuro de nuestros hijos y de nuestros hermanos. Todo lo que producen nuestros países, sirve a los intereses de las multinacionales apoyadas por los gobiernos europeos y americanos y por nuestros propios gobiernos; mientras que nosotros nos morimos de hambre. En nuestros países, la muerte se ha convertido en un hecho banal; se ve morir de hambre a los niños día tras día, pequeñas enfermedades que podrían curarse fácilmente con un poco de dinero, son causa de numerosas muertes… ¡Ese es nuestro día a día! Como pueden imaginarse, es muy doloroso ver morir de hambre a un niño entre tus brazos, como me ha ocurrido a veces; o haber visto morir a mi padre de una malaria sin importancia que se curaría con pocos medios en cualquier centro de salud. Verdaderamente, ustedes ven hechos parecidos en la televisión; nosotros, por desgracia, nos codeamos con estos horrores todos los días, e incluso entre estas víctimas se encuentran nuestros propios familiares. ¿Creen que se puede soportar una vida así?
Por la noche, mientras esperamos el momento oportuno para poder franquear este muro de separación, nos decimos adios los unos a los unos, por que, en el fondo, ninguno de nosotros sabe qué tipo de cartucho utilizarán los militares que vigilan la alambrada o si uno de nosotros recibirá un tiro o en qué parte del cuerpo. Tampoco sabemos cómo caeremos desde lo alto de una alambrada de seis metros… Y yo me pregunto, ¿será hoy mi último día? Y durante este tiempo, pienso en los compañeros que ya han muerto en este intento y ¡siento desfallecer mi corazón! Pienso en mi familiar, en mis amigos que siguen en África, ¡en mi futuro! ¿Qué futuro? No tengo ninguno... Me siento perdido; me siento inútil, inexistente, como si no tuviésemos ningún valor a los ojos de este mundo; como si no fuésemos más que bestias, sólo buenos para el holocausto y el sacrificio. Pero ¡eso es injusto! ¡Tengo que saltar la alambrada! ¡Me doy cuenta de que no tengo elección! Mientras tanto, pienso en mi país, pienso en todas las riquezas naturales que tenemos. ¿Qué riquezas, me pregunto? ¡Todo lo que hay en nuestros países no nos pertenece!
Todos los días asistimos impotentes a nuestro expolio; quien osa abrir la boca recibe un tiro en la nuca. Por el contrario, occidente nos regala armas y las matanzas continúan en nuestra tierra. ¿Por qué en lugar de ayudarnos a salir del agujero en el que nos encontramos, se nos hunde cada vez más? De hecho, la miseria en lugar de disminuir en nuestros países, aumenta día tras día... Nuestros hijos se encuentran así condenados a vivir con los traumas de la miseria y bajo la amenaza incesante de las guerras. Aquellos que consiguen escapar de la guerra, ¡mueren de hambre! ¡Estamos condenados a la miseria en países en los que el oro, los diamantes, el coltán, el cobre e incluso el petróleo fluyen a raudales! Y ¡siempre para el bienestar de otros! El mundo es malvado ¿verdad? No se sorprendan si lloro mientras hablo; es horrible lo que estamos viviendo. Por eso, con amargura intentaré escalar el muro cuando el momento sea favorable. Vivir o morir, ya me da igual. Nadie se preocupará de mi suerte... Díganme, señoras y señores de la sociedad española, ¿qué mal hemos hecho para merecer esta suerte?
Y mientras pasa el tiempo, siento surgir en mí otro sentimiento. No estamos malditos. ¡Este mundo puede cambiar, me digo! Nosotros también somos hijas e hijos de Dios, a pesar de la miseria y de las guerras. Por eso he decidido tentar a la suerte y venir aquí a su país, para ver si puedo encontrar un trabajo ¡con el fin de sobrevivir y ayudar a vivir a los huérfanos que mi padre me ha dejado! No, no crean que ha sido fácil dejar a nuestras familias, sin saber a dónde vamos, si llegaremos o si podremos regresar. No crean que ha sido fácil para mí dejar a mi madre enferma, sin saber si la volveré a ver con vida y sin saber qué ocurrirá a mis hermanos y hermanas. Pero, ¿qué puedo hacer? No tengo elección. Me hace falta imperativamente ganar lo necesario para comprar medicinas para mi madre enferma, por miedo a verla morir como a mi padre; me hace falta ganar dinero para poder escolarizar a mis hermanos pequeños para ver si mañana quizás pueden salir del grupo de los sacrificados. Quiero trabajar para poder comprar medicamentos para mi hermano que padece el sida. Sólo pedimos eso. Saben ustedes, ¡es penoso ver morir a tu familia ante tus ojos sin poder hacer nada! ¿Creen que es fácil vivir como yo?
He aquí porque he corrido el riesgo de desafiar todo tipo de dificultades de un largo y penoso viaje y que, por suerte, he podido sobrevivir y ahora me encuentro delante de este muro de separación, que me impide decirles cara a cara mi dolor. Pero me queda la posibilidad de que al mirarme lean ustedes a través de mis ojos todo lo que sufro. Les ruego no piensen que es normal que vivamos así. Porque es sencillamente el resultado de una injusticia establecida y sostenida por sistemas inhumanos que matan y empobrecen. Por eso, vengo a pedirles que no apoyen este sistema con su silencio; al contrario, que el sufrimiento que transpira mi piel les haga comprender que es imposible ser un ser humano y callar frente a estas atrocidades inhumanas.
Dios sabe que no soy ni un ladrón ni un bandido; soy simplemente el grito de una víctima, que como todo el mundo, quiere vivir con el sudor de su frente. Estoy seguro de que si conociesen mi historia y la de mis compañeros, no me obligarían a volver de donde vengo ni me abandonarían en un desierto sin ninguna posibilidad de supervivencia. Repito, quiero vivir y ayudar a vivir a mis hermanos, ¡sólo pido eso!
¡Tras los muros de separación de Melilla, Bashige Michel, inmigrante!
publicada por www.rebelion.org
Rebelión
Señoras y señores de la sociedad española, las palabras no sabrían transmitir lo que siento en este momento en el que me han obligado ¡a la fuerza a volver desde donde he venido! No me ha dado tiempo a decirles lo que me ha empujado a emprender este largo y penoso viaje durante el cual han muerto muchos de mis compañeros de infortunio. Pensaba contárselo en persona, una persona que muestra sobre sí los rastros de los malos tratos y de los sufrimientos de un pueblo oprimido y explotado. Pero este muro que ha sido levantado entre ustedes y yo, hace imposible cualquier encuentro verdaderamente humano entre nosotros y nos obliga a mirarnos desde lejos como el perro y el gato, aunque todos somos ciudadanos del mismo mundo. Dado que no podemos ya hablarnos, permítanme mirarles a los ojos, a través de este muro de separación en forma de alambrada, que ahora separa África de Europa y simboliza la falsedad de la relación que han creado nuestros gobernantes entre el norte y el sur. Este muro de separación, esta alambrada, refleja esta falsa relación en la que las materias primas que vienen del sur y los productos acabados del norte, entre ellos las armas, pueden circular, pero no los hombres. Ha sido totalmente imposible encontrarnos como verdaderos hermanos y hermanas.
Por ello, lean en mis ojos, señoras y señores, el sufrimiento y el dolor que llega de nuestras tierras en las que las multinaciones siembran la muerte y el desarraigo y quieren crear un campo de ruinas en el que sólo haya materias primas, bosques y animales salvajes, para el placer de los turistas. Es el único medio que me queda para que sepan todo lo que sufrimos en África y las causas que producen dichos sufrimientos. Ya sé que los medios de comunicación quizás no se harán eco de mi voz, ni los políticos hablarán en sus reuniones sobre los derechos humanos, porque en el fondo, mi vida como la de todos los pobres del mundo, no cuenta para ellos. ¡Nos sacrifican sin escrúpulos ni vergüenza!
Efectivamente, señoras y señores de la sociedad española, yo soy africano. Vengo de un país empobrecido; un país que ha sido saqueado por las multinacionales occidentales desde hace varios siglos y que ha sufrido guerras atroces, a menudo presentadas como guerras civiles, pero que en el fondo son guerras económicas montadas con el único objetivo de saquear nuestros países y enriquecerse al igual que los dirigentes africanos, desgraciadamente al precio de la muerte de millones de mis hermanos y hermanas. ¿De verdad no podemos construir otro mundo en el que cada persona pueda vivir en paz? Comprenden ustedes, somos víctimas de un empobrecimiento continuo, organizado desde occidente, y ejecutado a menudo por medio de nuestros propios dirigentes al servicio de las multinacionales. Son estas guerras de las que yo huyo y de la miseria que han engendrado en mi país. Quiero sobrevivir y ayudar a vivir a mi familia que se ha quedado en Africa. No quiero morir como una rata atrapada en un incendio. Por eso, como superviviente, vengo a denunciar ante ustedes esta situación inhumana y a pedirles que nos ayuden a construir un mundo justo y humano. Lo que deberíamos comer, lo que debería ayudarnos a desarrollar nuestros países, va a occidente, bien para pagar las deudas que no hemos contraído nunca, bien para comprar armas que nos matan y nos amputan los miembros, haciéndonos así incapaces de contribuir a nuestra propia subsistencia.
Por eso, nos encontramos en una situación tal que no podemos ni cultivar nuestros campos, ni dormir tranquilamente, ni pensar en el futuro de nuestros hijos y de nuestros hermanos. Todo lo que producen nuestros países, sirve a los intereses de las multinacionales apoyadas por los gobiernos europeos y americanos y por nuestros propios gobiernos; mientras que nosotros nos morimos de hambre. En nuestros países, la muerte se ha convertido en un hecho banal; se ve morir de hambre a los niños día tras día, pequeñas enfermedades que podrían curarse fácilmente con un poco de dinero, son causa de numerosas muertes… ¡Ese es nuestro día a día! Como pueden imaginarse, es muy doloroso ver morir de hambre a un niño entre tus brazos, como me ha ocurrido a veces; o haber visto morir a mi padre de una malaria sin importancia que se curaría con pocos medios en cualquier centro de salud. Verdaderamente, ustedes ven hechos parecidos en la televisión; nosotros, por desgracia, nos codeamos con estos horrores todos los días, e incluso entre estas víctimas se encuentran nuestros propios familiares. ¿Creen que se puede soportar una vida así?
Por la noche, mientras esperamos el momento oportuno para poder franquear este muro de separación, nos decimos adios los unos a los unos, por que, en el fondo, ninguno de nosotros sabe qué tipo de cartucho utilizarán los militares que vigilan la alambrada o si uno de nosotros recibirá un tiro o en qué parte del cuerpo. Tampoco sabemos cómo caeremos desde lo alto de una alambrada de seis metros… Y yo me pregunto, ¿será hoy mi último día? Y durante este tiempo, pienso en los compañeros que ya han muerto en este intento y ¡siento desfallecer mi corazón! Pienso en mi familiar, en mis amigos que siguen en África, ¡en mi futuro! ¿Qué futuro? No tengo ninguno... Me siento perdido; me siento inútil, inexistente, como si no tuviésemos ningún valor a los ojos de este mundo; como si no fuésemos más que bestias, sólo buenos para el holocausto y el sacrificio. Pero ¡eso es injusto! ¡Tengo que saltar la alambrada! ¡Me doy cuenta de que no tengo elección! Mientras tanto, pienso en mi país, pienso en todas las riquezas naturales que tenemos. ¿Qué riquezas, me pregunto? ¡Todo lo que hay en nuestros países no nos pertenece!
Todos los días asistimos impotentes a nuestro expolio; quien osa abrir la boca recibe un tiro en la nuca. Por el contrario, occidente nos regala armas y las matanzas continúan en nuestra tierra. ¿Por qué en lugar de ayudarnos a salir del agujero en el que nos encontramos, se nos hunde cada vez más? De hecho, la miseria en lugar de disminuir en nuestros países, aumenta día tras día... Nuestros hijos se encuentran así condenados a vivir con los traumas de la miseria y bajo la amenaza incesante de las guerras. Aquellos que consiguen escapar de la guerra, ¡mueren de hambre! ¡Estamos condenados a la miseria en países en los que el oro, los diamantes, el coltán, el cobre e incluso el petróleo fluyen a raudales! Y ¡siempre para el bienestar de otros! El mundo es malvado ¿verdad? No se sorprendan si lloro mientras hablo; es horrible lo que estamos viviendo. Por eso, con amargura intentaré escalar el muro cuando el momento sea favorable. Vivir o morir, ya me da igual. Nadie se preocupará de mi suerte... Díganme, señoras y señores de la sociedad española, ¿qué mal hemos hecho para merecer esta suerte?
Y mientras pasa el tiempo, siento surgir en mí otro sentimiento. No estamos malditos. ¡Este mundo puede cambiar, me digo! Nosotros también somos hijas e hijos de Dios, a pesar de la miseria y de las guerras. Por eso he decidido tentar a la suerte y venir aquí a su país, para ver si puedo encontrar un trabajo ¡con el fin de sobrevivir y ayudar a vivir a los huérfanos que mi padre me ha dejado! No, no crean que ha sido fácil dejar a nuestras familias, sin saber a dónde vamos, si llegaremos o si podremos regresar. No crean que ha sido fácil para mí dejar a mi madre enferma, sin saber si la volveré a ver con vida y sin saber qué ocurrirá a mis hermanos y hermanas. Pero, ¿qué puedo hacer? No tengo elección. Me hace falta imperativamente ganar lo necesario para comprar medicinas para mi madre enferma, por miedo a verla morir como a mi padre; me hace falta ganar dinero para poder escolarizar a mis hermanos pequeños para ver si mañana quizás pueden salir del grupo de los sacrificados. Quiero trabajar para poder comprar medicamentos para mi hermano que padece el sida. Sólo pedimos eso. Saben ustedes, ¡es penoso ver morir a tu familia ante tus ojos sin poder hacer nada! ¿Creen que es fácil vivir como yo?
He aquí porque he corrido el riesgo de desafiar todo tipo de dificultades de un largo y penoso viaje y que, por suerte, he podido sobrevivir y ahora me encuentro delante de este muro de separación, que me impide decirles cara a cara mi dolor. Pero me queda la posibilidad de que al mirarme lean ustedes a través de mis ojos todo lo que sufro. Les ruego no piensen que es normal que vivamos así. Porque es sencillamente el resultado de una injusticia establecida y sostenida por sistemas inhumanos que matan y empobrecen. Por eso, vengo a pedirles que no apoyen este sistema con su silencio; al contrario, que el sufrimiento que transpira mi piel les haga comprender que es imposible ser un ser humano y callar frente a estas atrocidades inhumanas.
Dios sabe que no soy ni un ladrón ni un bandido; soy simplemente el grito de una víctima, que como todo el mundo, quiere vivir con el sudor de su frente. Estoy seguro de que si conociesen mi historia y la de mis compañeros, no me obligarían a volver de donde vengo ni me abandonarían en un desierto sin ninguna posibilidad de supervivencia. Repito, quiero vivir y ayudar a vivir a mis hermanos, ¡sólo pido eso!
¡Tras los muros de separación de Melilla, Bashige Michel, inmigrante!
publicada por www.rebelion.org
El enemigo del pueblo, por Juan Gelman (Publicado en Página 12)
El enemigo del pueblo
por Juan Gelman
Página12
No se trata del drama de Henrik Ibsen. Más bien de la voluntad de la Casa Blanca de militarizar la sociedad civil norteamericana como si fuera su enemiga. Primero el terrorismo, luego Katrina y ahora la amenaza de una pandemia de influenza aviaria abren las puertas para la práctica de esa voluntad. El peligro de la llamada “gripe del pollo” es real. Pero, en vez de fortalecer el ámbito de la salud pública, W. Bush quiere ponerlo bajo el control del Pentágono y exhortó al Congreso a otorgarle plenos poderes para emplear tropas en el caso de que el virus H5N1 invada el país. “Si esto sucediera en alguna parte de EE.UU., ¿no habría que poner en cuarentena esa parte del país? –preguntó en su conferencia de prensa del 4 de octubre pasado–. ¿Y cómo hacerlo? Una opción es el uso de las fuerzas armadas, una cuestión importante que el Congreso debe debatir” (San Francisco Chronicle, 5-10-05). Dicho de otra manera, propuso la anulación de la ley Posse Comitatus de 1878 que prohíbe a lo s militares ejercer de policías en territorio estadounidense. Sería ésa “una medida draconiana (que) equivale a la ley marcial en EE.UU.”, señaló el Dr. Irwin Redlener, decano asociado de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Columbia (CNN, 6-10-05). El jueves 6, el Senado sumó una partida de mil millones de dólares al presupuesto del Pentágono, no al de los servicios de salud, para enfrentar la amenaza de esa pandemia. Sin debatir la cuestión de fondo, claro.W. inauguró públicamente el tema a fines de septiembre al referirse a los estragos de Katrina. Scott McLellan, portavoz de la Casa Blanca, lo expresó sin ambages: en caso de catástrofe, natural o terrorista, “el Departamento de Defensa asumiría la responsabilidad de la situación y aportaría una abrumadora cantidad de recursos para estabilizarla”. La idea de un control militar más centralizado de la población civil no es nueva en la cabeza de los “halcones-gallina” y se ha vuelto obsesiva desde los atentados del 11/9. Como otros legisladores que insisten en otorgar a las Fuerzas Armadas la facultad de arrestar a civiles, el demócrata Joseph R. Biden, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, declaró hace años que la Posse Comitatus “debe ser modificada” (The Washington Times, 22-7-02). Por lo pronto, las tropas enviadas a Nueva Orleans podían tirar a matar a saqueadores y otras molestias que aparecieron en la ciudad devastada. Si es verdad, como repiten los ideólogos straussianos de Washington, que los extremistas islámicos hacen lo que hacen porque “odian nuestras libertades”, no tardará en disminuir el terrorismo en todo el mundo.La enmienda de hecho de la Posse Comitatus comenzó en la década del ‘80. En su documental In 911: The Road to Tiranny (1991), Alex Jones mostró el entrenamiento de efectivos norteamericanos en la detención de compatriotas civiles; un marine retirado confiesa que en 1988 se adiestró tirando abajo puertas en Norfolk, Virginia. En Police State 2000, Jones documentó la “Operación guerrero urbano”: militares y policías irrumpían en casas, detenían a sus habitantes –actores contratados– y los confinaban detrás de alambradas de púa. Los actores debían entonces insistir en sus derechos y exigir su libertad; las tropas, a su vez, debían ignorarlos. “No se tolerará ninguna desobediencia civil”, grita un oficial (www.infowars.com, 28-9-2005). Esa es la idea.En el 2002, so capa de la “guerra antiterrorista”, se llevaron a cabo simulacros de combate contra eventuales guerrillas urbanas en escala sin precedente en los EE.UU.: unos 13.500 efectivos del ejército, la marina, la fuerza aérea y el cuerpo de marines fueron entrenados para el caso en 26 puntos del país (AFP, 24-7-02). Se han realizado centenares de operativos de esta naturaleza bajo la conducción del Comando conjunto de operaciones especiales del Pentágono. Que, en efecto, ha diseñado “planes de guerra” que ejecutarían el Comando Norte y el Departamento de Seguridad Interior si se produce un nuevo ataque terrorista en suelo norteamericano (prisonplanet.com, 29-1-05). Uno de esos programas, bautizado Power Geyser, data de 1997 y fue ampliado después del 11/9. Sus grupos comando son como los que combaten contra la insurgencia afgana o iraquí, pero su tarea está centrada en el país (The New York Times, 24-1-05).Esta información se hizo pública por primera vez a mediados de enero de este año: apareció en el libro titulado Code Names: Desciphering U.S. Military Plans, Programs and Operations in the 9/11 World. Su autor, William M. Arkin, ex analista de los servicios de espionaje del ejército estadounidense, advierte que en planes de contingencia como el JCS Conplan 0300-97 se han previsto “misiones extralegales para combatir al terrorismo en EE.UU”. En un artículo publicado en Los Angeles Times (23-11-03), Arkin señalaba ya que “bajo la bandera de la ‘seguridad interior’, las comunidades militares y de Inteligencia están introduciendo cambios de largo alcance que tornan borrosas las fronteras entre el terrorismo y las crisis de otro tipo y que anulan las barreras erigidas hace mucho contra toda acción y vigilancia militares dentro de EE.UU.” Crisis de otro tipo pueden ser las sociales, ¿verdad? Y el complejo militar-industrial, como lo bautizó Eisenhower, afila su tecnología de avanzada para esos fines. En Irak ya se utilizan artefactos acústicos que pueden emitir tonos agudísimos y causar dolor y hasta sorderas permanentes (Los Angeles Times, 8-8-04), pronto habrá pequeños “superdirigibles” de vigilancia que podrán volar más alto que los aviones comerciales (NBC, 27-8-05) y la megaempresa Honda ha fabricado un humanoide con futuro policial. Cubre 100 metros en 2 minutos y quien quiera verlo correr, puede visitar el sitio world.honda.com/HDTV/ASI MO. Comprobará que lo simpático no quita lo siniestro. http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-57972-2005-10-16.html
por Juan Gelman
Página12
No se trata del drama de Henrik Ibsen. Más bien de la voluntad de la Casa Blanca de militarizar la sociedad civil norteamericana como si fuera su enemiga. Primero el terrorismo, luego Katrina y ahora la amenaza de una pandemia de influenza aviaria abren las puertas para la práctica de esa voluntad. El peligro de la llamada “gripe del pollo” es real. Pero, en vez de fortalecer el ámbito de la salud pública, W. Bush quiere ponerlo bajo el control del Pentágono y exhortó al Congreso a otorgarle plenos poderes para emplear tropas en el caso de que el virus H5N1 invada el país. “Si esto sucediera en alguna parte de EE.UU., ¿no habría que poner en cuarentena esa parte del país? –preguntó en su conferencia de prensa del 4 de octubre pasado–. ¿Y cómo hacerlo? Una opción es el uso de las fuerzas armadas, una cuestión importante que el Congreso debe debatir” (San Francisco Chronicle, 5-10-05). Dicho de otra manera, propuso la anulación de la ley Posse Comitatus de 1878 que prohíbe a lo s militares ejercer de policías en territorio estadounidense. Sería ésa “una medida draconiana (que) equivale a la ley marcial en EE.UU.”, señaló el Dr. Irwin Redlener, decano asociado de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Columbia (CNN, 6-10-05). El jueves 6, el Senado sumó una partida de mil millones de dólares al presupuesto del Pentágono, no al de los servicios de salud, para enfrentar la amenaza de esa pandemia. Sin debatir la cuestión de fondo, claro.W. inauguró públicamente el tema a fines de septiembre al referirse a los estragos de Katrina. Scott McLellan, portavoz de la Casa Blanca, lo expresó sin ambages: en caso de catástrofe, natural o terrorista, “el Departamento de Defensa asumiría la responsabilidad de la situación y aportaría una abrumadora cantidad de recursos para estabilizarla”. La idea de un control militar más centralizado de la población civil no es nueva en la cabeza de los “halcones-gallina” y se ha vuelto obsesiva desde los atentados del 11/9. Como otros legisladores que insisten en otorgar a las Fuerzas Armadas la facultad de arrestar a civiles, el demócrata Joseph R. Biden, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, declaró hace años que la Posse Comitatus “debe ser modificada” (The Washington Times, 22-7-02). Por lo pronto, las tropas enviadas a Nueva Orleans podían tirar a matar a saqueadores y otras molestias que aparecieron en la ciudad devastada. Si es verdad, como repiten los ideólogos straussianos de Washington, que los extremistas islámicos hacen lo que hacen porque “odian nuestras libertades”, no tardará en disminuir el terrorismo en todo el mundo.La enmienda de hecho de la Posse Comitatus comenzó en la década del ‘80. En su documental In 911: The Road to Tiranny (1991), Alex Jones mostró el entrenamiento de efectivos norteamericanos en la detención de compatriotas civiles; un marine retirado confiesa que en 1988 se adiestró tirando abajo puertas en Norfolk, Virginia. En Police State 2000, Jones documentó la “Operación guerrero urbano”: militares y policías irrumpían en casas, detenían a sus habitantes –actores contratados– y los confinaban detrás de alambradas de púa. Los actores debían entonces insistir en sus derechos y exigir su libertad; las tropas, a su vez, debían ignorarlos. “No se tolerará ninguna desobediencia civil”, grita un oficial (www.infowars.com, 28-9-2005). Esa es la idea.En el 2002, so capa de la “guerra antiterrorista”, se llevaron a cabo simulacros de combate contra eventuales guerrillas urbanas en escala sin precedente en los EE.UU.: unos 13.500 efectivos del ejército, la marina, la fuerza aérea y el cuerpo de marines fueron entrenados para el caso en 26 puntos del país (AFP, 24-7-02). Se han realizado centenares de operativos de esta naturaleza bajo la conducción del Comando conjunto de operaciones especiales del Pentágono. Que, en efecto, ha diseñado “planes de guerra” que ejecutarían el Comando Norte y el Departamento de Seguridad Interior si se produce un nuevo ataque terrorista en suelo norteamericano (prisonplanet.com, 29-1-05). Uno de esos programas, bautizado Power Geyser, data de 1997 y fue ampliado después del 11/9. Sus grupos comando son como los que combaten contra la insurgencia afgana o iraquí, pero su tarea está centrada en el país (The New York Times, 24-1-05).Esta información se hizo pública por primera vez a mediados de enero de este año: apareció en el libro titulado Code Names: Desciphering U.S. Military Plans, Programs and Operations in the 9/11 World. Su autor, William M. Arkin, ex analista de los servicios de espionaje del ejército estadounidense, advierte que en planes de contingencia como el JCS Conplan 0300-97 se han previsto “misiones extralegales para combatir al terrorismo en EE.UU”. En un artículo publicado en Los Angeles Times (23-11-03), Arkin señalaba ya que “bajo la bandera de la ‘seguridad interior’, las comunidades militares y de Inteligencia están introduciendo cambios de largo alcance que tornan borrosas las fronteras entre el terrorismo y las crisis de otro tipo y que anulan las barreras erigidas hace mucho contra toda acción y vigilancia militares dentro de EE.UU.” Crisis de otro tipo pueden ser las sociales, ¿verdad? Y el complejo militar-industrial, como lo bautizó Eisenhower, afila su tecnología de avanzada para esos fines. En Irak ya se utilizan artefactos acústicos que pueden emitir tonos agudísimos y causar dolor y hasta sorderas permanentes (Los Angeles Times, 8-8-04), pronto habrá pequeños “superdirigibles” de vigilancia que podrán volar más alto que los aviones comerciales (NBC, 27-8-05) y la megaempresa Honda ha fabricado un humanoide con futuro policial. Cubre 100 metros en 2 minutos y quien quiera verlo correr, puede visitar el sitio world.honda.com/HDTV/ASI MO. Comprobará que lo simpático no quita lo siniestro. http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-57972-2005-10-16.html
Advertencia de Jorgito Morales: cuidado con las dos chicas del semáforo
A mis amigos que viven en la Capital o el conurbano bonaerense, les informo de una nueva técnica de robo en la vía pública de la que he sido víctima personalmente. Son dos mujeres jóvenes que trabajan juntas. En un semáforo, una de ellas, rubia, alta, con un top sugerente, se ofrece para limpiarte el parabrisas del auto. Mientras tanto la otra, también en buen estado pero morocha, te afana todo lo que tenés en la guantera mientras te hace sexo oral. Me robaron dos veces el jueves, tres el viernes, una el sábado y dos el lunes. El domingo no las encontré por ningún lado a las hijas de puta.Cuídense, por favor.Un abrazo.
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