3/31/2007

más al pedo que los ojos del que no quiere ver

los amigos estaban en el cabaret y se sentían a gusto. los tres estaban borrachos y divertidos. las putas eran hermosas: jugueteaban y reían, bailaban y rozaban y apoyaban. la alegría iba in crescendo cuando por la puerta del cabarulo entró el veterinario del barrio.

el tipo entró canchero, sabía adonde iba, sabía lo que quería. pero un grito desde el fondo del cabaret lo desbarató. la voz del loco, y aseguro que es digno de su nombre, sonó clarita mientras atravezaba el local:
-¡¿cómo anda doctor?! ¡¿vino a vacunar a los gatos?!

y todavía están riendo, mientras una de las hermosas putas les alcanza la primera de las dos vueltas de cerveza que les dejó pagas el veterinario antes de irse.

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es una mujer tremenda: tiene ex marido, novio y amantes. a veces llora y un amigo la consuela:
-no es que vos seas puta, lo que pasa es que no sabés cómo decirles que no a los hombres.

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la monja y la puta tenían más o menos la misma edad. estaban sentadas frente a frente en el subte. la monja era horrible, y la puta, hermosa.

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iba en el bondi del barrio. una vieja lo paró y se subió saludando al chofer. subió con mucho esfuerzo porque casi no podía caminar. la vieja era conocida: saludó a dos o tres pasajeros más. a las tres cuadras se despidió y se bajó y no le cobraron boleto. es el barrio.

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el perro mata y no le importa. es más, disfruta. y nos mueve la cola y quiere que nosotros lo felicitemos. quiere ser querido, pero nosotros ya conocemos esa raza de perros.