8/28/2007

fábulas citadinas: “el día que seguro se llevó preso a sí mismo” / y otras inutilidades

en un lugar muy muy lejano había una no tan pequeña aldea: era un lugar sucio y putrefacto. los pequeños vicios deambulaban sin restricciones y los vicios mayores se aplaudían en semi secreto. fue entonces cuando el gran mercader llegó a gobernar la aldea, prometiendo que se terminaría la inseguridad. porque en tierra de viciosos, no hay nada más peligroso que el vicio ajeno.

pero antes de asumir, porque no es muy pro ser un garca que aumenta los impuestos (vicio gubernamental muy mal visto en la sucia aldea), el gran mercader apeló a su mano de obra barata, llámese chupetín bolita, para que se encargue de la tarea sucia.

vamos a terminar con la inseguridad, pero la seguiridad hay que comprarla señora, así que vio, hay que pagar la nueva poli, hay que pagar vio, y señora, esté segura, la nueva poli no la va a pagar el gran mercader: la va a pagar usté.

pero señor, yo ya pago la alarma que viene con policías para poner atrás de las macetas, la guardia de la cuadra, la cooperadora policial, las coimas de tránsito, la poli federal, la poli de la provincia, la poli 2 de la provincia, los chalecos antibalas para mis chicos, el curso antisecuestro para mi marido, la recarga del gas paralizante, las cámaras de seguridad, el blindaje del auto y las puertas de mi casa, la comida y el entrenador de los tres rottwailer, no, esto no da para más, déjeme de joder: yo también me hago poli.

así fue como la aldea tuvo su nueva y numerosa policía propia. y gracias a la nueva poli, la aldea sucia y putrefacta superó todas las marcas relativas a fuerzas de inseguridad: poli federal, poli de la provincia, poli 2 de la provincia, gendarmería, poli de la ciudad. pero esto tampoco alcanzó para frenar la ola de inseguridad, entonces se formaron nuevas fuerzas para combatir el flagelo, hasta que llegó el día en todos en la aldea éramos policías.

y la no tan pequeña aldea, siguió tan sucia y putrefacta como siempre.

como en toda fábula que se precie, estamos obligados a una moraleja, pero como la moraleja más famosa en la aldea es “el que no coje, se deja”, optamos por una máxima. en realidad, la máxima máxima en los ideales políticos de la aldea: “los triunfos son mi responsabilidad, los errores, culpa de mis empleados”.

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ya sé lo que voy a hacer: voy a ir al aeropuerto a reclamar la valija de dólares que dejó wilson. las autoridades dicen que nadie reclamó el dinero y que la infracción cometida se remediaba con el decomiso de la mitad del dinero contrabandeado.

bueno, acá estoy, por favor denme mis 400.000 dólares, que ando apurado y sin ganas de explicar nada. si a güilson lo busca interpol, bueno, lo lamento, que se arregle güilson...

¿de dónde saqué tanto dinero? por favor señor, son los ahorros de toda la vida de la familia, está la plata que heredó mi mujer, está...
-señor, su mujer era huérfana...
-bah, bah, qué le hace eso a un heredero, vamos, vamos, no me haga perder tiempo y deme mis 400.000, que el próximo vuelo contratado por el estado ya está por despegar.

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es un tipo increíble: pelea con dios y con el diablo