3/07/2007

uno casi nunca sabe cuando se está despidiendo de la gente

él fue siempre como un chico grande: un poco torpe (o bastante), noble y bondadoso, medio loco, medio insoportable, medio gracioso. muy pintoresco. un tipo grandote, fornido y redondeado. su risa gorda y tontolona siempre fue para mí un gran placer, pero para otros era una verdadera tortura. un auténtico ser básico y, para mí, agradable y querido, pero había muchos que lo menospreciaban. el día que lo conocí a homero simpson supe que matt groening también lo conocía.

ella, qué decir de ella, una mezcla de mística y neurótica citadina. una mujer buena, amorosa, un poco loca, un poco miedosa y bastante valiente. inteligente y preocupada. sufridora como ella sola. un ser al que quiero desde que conozco y eso es desde siempre. un ser querido por todos. medio bajita y culona, con una cara linda, pelo lacio, boca finita. una linda mujer.

ESE día, él mostró su rusticidad. en una avanzada sin ton ni son rebotó con la mejor amiga de su mujer de modo lamentable: la mejor amiga de su mujer se lo contó a su mujer. y su mujer lo mandó a cagar. hacía treinta o cuarenta años que compartían la vida.

y uno piensa: ¿tan boludo puede ser? si se quería tirar un tiro con la mejor amiga de la mujer, no podría haber probado, intentar un acercamiento que invada un poco la intimidad y ver la respuesta, para no incendiar el barrio. ¿no pudo testear qué onda la mina? ¿es que no supuso que podía fracasar?

no, nada de eso, él es como un niño. no pensó nada de eso. no planificó, o quizás sí, pero de un modo tan rústico como solamente unos pocos pueden lograr. y ella lo castigó. por su estupidez, por su grosería, por mostrar en un altar lo que había mostrado toda la vida sin tantas pretensiones. y ella dijo basta. andate a la casa de las sierras y quedate allá. no te quiero ni ver. no te aguanto más. y se separaron.

él estaba entre las sierras hermosas y soleadas. un lugar del mundo increíble. ahí, antes de que llegara la barbarie de la civilización, vivían los comechingones. ya no quedan comechingones, pero la estupidez de la razón todavía no pudo destruir la belleza inconmensurable de esas sierras. ella estaba en el departamento de once.

cuando sonó el teléfono hacía tres meses que no se veían. hablaban por teléfono. pero ella le cortó la cara con decisión de mujer. y cuando una mujer toma una decisión, agarrate. no le iba a permitir volver hasta que no se le pasara y parecía que no se le iba a pasar nunca.

-pasó algo grave...
-¿qué pasó?
-se murió josé.
-¡¿cómo!?
-hoy a las siete de la mañana, de un infarto, lo encontré en la cama como si estuviera durmiendo.

ahora sí que no volverán a estar juntos. ahora sí se separaron. y sé que ella está sintiendo inmenso dolor. porque uno casi nunca sabe cuando se está despidiendo de la gente.

....

siempre pensé que esas sierras eran un lugar excelente para morir. es más, alguna vez dije que si pudiera elegir dónde morir lo haría en esas sierras. pero antes decía tantas cosas. ahora ya no sé. ya no sé qué pienso de la muerte. ni siquiera sé si podré elegir. ya ni siquiera sé lo que es la vida.

....

lo enterraron en un cementerio chiquito donde hay un par de cientos de muertos. es un pueblo jóven, un pueblo jóven que exterminó al pueblo antiguo.
¿será un día pueblo antiguo exterminado por otro pueblo jóven?
dicen que parís siempre fue parís, pero yo no sé.