7/12/2007

fábulas citadinas: “seamos libres” / y otros desatinos

¡seamos libres!
¡saquémonos los calzones!
¡seamos libres sin ropa interior!
¡viví un día de libertad!

y yo me dije: -¡la puta, sí, yo quiero ser libre!
y me saqué el calzón, con ansiedad y emoción, ahora sí, me dije... pero nada, seguía siendo el mismo idiota de siempre. habrá que esperar, como cuando uno se toma un ácido, que la libertad empiece a pegar, me dije. y arranqué raudo mi jornada sabiendo que iba a ser un día especial.

estaba efervescente sin mis calzones: los huevos colgaban y acompañaban los movimientos totales. qué lindo, me dije, ahora sí, a esperar la libertad. y me lancé al mundo con la ilusión del quinceañero que acaba de tocar una teta por primera vez, con la sonrisa del que sabe que hoy sí, hoy pasa algo.

aunque al rato, algunos detalles comenzaron a preocuparme: cada vez que iba a mear me goteaba el pantalón. al tercer meo del día, la libertad no aparecía y el asunto se complicaba: ya empezaba a oler como chico abandonado. y si esto era poco, al rato me tiré un pedo chirlo que cayó directamente en mi pantalón de sarga. el pedo líquido, sumado a mis orines, dio origen a un vapor nauseabundo que me rodeo durante las cinco horas que seguí trabajando en el banco. cuando me fui, ninguno de mis compañeros me saludó. pero yo, sin preocuparme, porque en este laburo son todos tan esclavos que seguro que andan con ropa interior, seguí viaje. además, pensé: uno nunca sabe cuando la libertad empieza a causar efecto, así que no me deprimí.

como les decía, el tufo perfumó mi medio ambiente y se enriqueció con los hedores públicos en el asardinado viaje en subte, donde nada de lo que haya sucedido se pareció jamás a la libertad. cuando por fin me pude subir al tren, estaba traspirado y el olor a chivo también contaba en mi fragancia, sin embargo, el amontonamiento humano era tan intenso que ya nadie reconocía los propios olores, ni las propias piernas, ni los propios brazos... aunque yo no podía dejar de reconocer mi pija que se atoró descaradamente en el culo de una mujer de la cual jamás conoceré el rostro. como mi pija no sabe nada de rostros, se dedicó a parrandearse hasta que ya no me pude contener y me fui en seco. me dio tal arrebato de vergüenza, que al instante supe que eso tampoco era la libertad.

a esta altura, mi día de gran libertad sin calzones se había convertido en un enchastre descomunal, vergonzante y supremamente odorífero. claro, justo el tren se vació y la mujer cuyo culo había recibido la parranda de mi irreverente pija, comentó algo al oído de un sujeto inmensamente grande, alto y ancho, que se dio vuelta y me miró.

lo último que ví, antes de despertar tirado, sucio, robado y violado en un callejón de ingeniero budge, fue el puño del orangután que se acercaba velozmente hacia mí.
un borracho que caminaba por el callejón canturreaba: “libertad, mi pequeña libertad, te parecés tanto a una prisión”. y lo asesiné con mis propias manos.

ahora estoy preso y una duda me carcome: “¿y si la televisión no dice la verdad?”.

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cora cané dice desde su última palabra de clarín: “verdades: nada pasa porque sí”. entonces qué, clara ¿todo pasa porque no?

hay palabras que no dicen nada.

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el papa ahora dice que la única religión creada por cristo está representada por la iglesia católica. las demás religiones de inferior en calidad (onda: juan el bautista é meno que cristo é). cómo decirlo: es como tener un chevrolet o una ferrari. claro, la católica es la ferrari, dice el hombre del rostro hermoso y apacible que con una fumata, otros hombres de rostros hermosos y apacibles, han declarado papa.

y yo veo en tribunales a von wernick acusado de delitos escalofriantes vestido de pastor de la iglesia del papa. y lo veo a grassi acusado de delitos escalofriantes mientras declara con el uniforme del equipo del papa. y te digo, prefiero no ahondar en mí, porque ésta iglesia, “la mejor” según sí misma, es repugnante.

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le acabamos de clavar el 1 a 0 a méxico, tiro libre suave de román, el gringo heinze, cuando se dio cuenta que con la cabeza no llegaba, estiró el pie, al arquero le dio miedo y se corrió, y al gringo le quedó el arco solo, la tocó y adentro.

siempre jugamos partidos parejos con méxico, pero me da la sensación de que les faltan unos cuantos pelotazos en la boca (esos que te hacen sangrar los labios por dentro, porque te revientan el labio contra los dientes) para sacarnos ventaja. los jugadores mexicanos son cada vez mejores, los de acá son buenísimos. al revés que en el boxeo (excepto carlinhos monzón).

pero recién terminó el primer tiempo y tranquilamente nos pueden romper el orto. tampoco somos ninguna maravilla. pasa que acá nos gusta a todos jugar al fútbol: al costado de la vía, en cualquier terreno, en la canchita de fútbol cinco o en cualquier lugar de mierda. o solos, les juró que acá jugamos solos al fútbol. somos unos maníacos.

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terminó el partido. una caricia de messi a la pelota se convirtió en un golazo alucinante. otra caricia de román, de penal, cerró el 3 a 0. da gusto. pero los mexicanos tuvieron cuatro pelotas peligrosísimas que no se les dieron. no les salió una: dos o tres tiros en los palos, un par afuera. mi viejo dice que esa es la diferencia entre un súper jugador y un muy buen jugador: en la difícil, el súper jugador emboca. lo dice más que nada hoy, que ganamos, si perdíamos decía: ¡estos hijos de puta ganan miles de millones para hacerse la paja en la cancha!

como sea, el domingo: ¡fútbol!