2/19/2008

te dicen lo que tenés que ser, te roban el rostro y ni siquiera te dejan fumar

el tipo me dijo: ya no se puede ser un ser humano común y corriente. Lo dicen todos y lo repiten todos: hay que tener ambición, hay que ser más, hay que triunfar. Y la lista sigue y sigue ¿Por qué no se van a la concha de su madre?

Y siguió: ya no se puede ser alguien que no pretende grandes cosas, no se puede tener una vida sencilla, austera, tranquila. Hay que ser especial, hay que ser bello, hay que ser seductor. Hay que ser de todo menos lo que uno es.

Y dijo más: hoy me planto, no tengo ninguna ambición, no quiero ser millonario, no me interesa ser famoso. No me quiero operar para ser más lindo, no quiero conocer Europa, no quiero un celular nuevo, ni una puta cara para cogerme. Ni tampoco me importa una mierda estar seguro, de ahora en más: que viva la inseguridad!

Pero no se conformaba: no quiero ser especial, ni maravilloso, ni iluminado. No quiero ser ni cristo, ni buda, ni dios, ni brad pitt, ni madona. Yo quiero ir al club del barrio y ser una estatua más en una mesa petrificada. Quiero encontrarme con amigos a tocar la guitarra (mal) y cantar (mal). Jugar al fútbol y a la pelota paleta, para jugar, nada más. A partir de hoy voy a ser un pusilánime, un don nadie, la naditud misma (casi casi lo que soy pero desde hoy sin hacerme problemas por lo que soy). Y que me chupen un huevo.

También me dijo: hoy me planto, que me chupen los dos huevos y se vayan todos a la puta que los parió.

y seguimos, ahí, tranquilos, emborrachándonos y riéndonos.

….

El ciego caminaba con desacierto por un andén de la estación Constitución.
-¿Para dónde quiere ir? Le pregunté.
-Voy a la salida principal, tengo que tomar el 59 hasta el hospital...
-Vamos que lo acompaño.

No era un ciego muy ducho en eso de ser ciego y yo no soy el mejor lazarillo que podría haber encontrado. cuando nos chocamos con una mujer empecé a medir mejor la velocidad para caminar, tenía que ser lento. Bien lento. Primero pensé en dejarlo ahí, en el hall central, cerca de la salida, porque yo iba a tomar el subte, pero me sentí un hijo de puta y decidí acompañarlo hasta la parada.

-Vamos que lo acompaño hasta la parada del colectivo.
-Te agradezco mucho, me dijo. Voy al hospital… tuve un accidente… mirá como quedé.
Y se apretó la nariz, y ahí me di cuenta porqué me parecía tan rara: era un capuchón de plástico. El tipo no tenía nariz y el labio superior era un remiendo de pieles camuflado apenas por un bigotín ralo.

-Yo trabajaba en Espacios Verdes de la Ciudad, era capo. Nosotros estimábamos los daños que producían los árboles contra autos o casas y después los removíamos. Ese día estábamos con un empleado tratando de mover unas ramas que se habían caído. Yo estaba distraído y no me di cuenta cuando movieron la rama… la cosa es que la rama había atrapado un cable de video (de televisión por cable) y cuando se soltó no me dio tiempo a nada… y me arruinó para toda la vida.

Me contó que cuando movieron la rama, el cable salió despedido como una flecha y adentro tiene un alambre de cobre muy grueso. El cable le arrancó el labio superior, la nariz y los ojos.
-Me arruinó para toda la vida… repitió.
-Qué va a hacer, ahora hay que bancarla…
-Sí, hay que bancarla…

Cuando llegamos a la parada del 59 me dijo:
-Que dios te bendiga.
Nos dimos la mano y, aunque él se quedó esperando el colectivo para ir al hospital, todavía sigue conmigo.

….

Convierten mi estúpido fumar en un tema tan trascendente, que apago mi cigarrillo para que esas psicologías tan debilitadas dejen de molestar.