nasrudín fue a una casa de baños turcos. como estaba pobremente vestido los encargados le brindaron escasa atención, dándole solo un trozito de jabón y una toalla vieja.
al salir, el mulá les entregó una moneda de oro a cada uno. no se había quejado y ellos no podían entenderlo. ¿podría ser, se preguntaban, que de haberlo tratado mejor les hubiera dejado una propina mayor?
a la semana siguiente volvió el mulá. esta vez, por supuesto, fue atendido como un rey. después que lo hubieron masajeado, perfumado y tratado con la mayor deferencia, antes de abandonar la casa el mulá entregó a cada servidor la más ínfima moneda de cobre.
"esto -les dijo- es por la vez pasada. las monedas de oro fueron por lo de hoy".
...
nasrudín caminaba por una estrecha callejuela cuando un hombre cayó desde un techo y aterrizó sobre su cuello. el hombre resultó ileso, pero el mulá fue llevado al hospital. algunos discípulos concurrieron a visitarlo.
-"¿qué enseñanza extrae usted de este suceso, mulá?"
-"¡eviten toda creencia en la forzosidad entre causa y efecto! él cayó del techo, pero fue mi cuello el que se fracturó! desechen cuestiones abstractas tales como: si un hombre se cae del techo, ¿se fracturará el cuello?".
...
el mulá nasrudín se había convertido en un favorito de la corte. un día que el monarca se hallaba excepcionalmente hambriento le habían preparado unas berenjenas tan deliciosas que ordenó al jefe de cocineros del palacio que las sirviera todos los días.
-"¿acaso no son las mejores hortalizas del mundo, mulá?", le preguntó a nasrudín.
-"las mejores, majestad".
cinco días más tarde, cuando las berenjenas ya habían sido servidas en diez comidas sucesivas, el rey tronó: "¿alejen esas cosas de mi vista! ¡las detesto!".
-"estas hortalizas son las peores del mundo", coincidió nasrudín.
-"pero mulá, hace menos de una semana dijiste que eran las mejores".
-"lo dije. pero yo estoy al servicio del rey, no de las hortalizas".
...
el mulá estuvo a punto de caer en un pozo lleno de agua.
un hombre que se hallaba cerca, y a quien él apenas conocía, lo salvó. después de aquel hecho, cada vez que se encontraban, el hombre le recordaba el servicio que le había prestado.
después que esto se repitió varias veces, nasrudín lo llevó hasta el pozo, se tiró dentro, quedó con la cabeza justo al nivel del agua y gritó:
"estoy tan mojado como lo hubiera estado si no me hubieras salvado. ¡ahora puedes dejarme en paz!".
...
-¿qué edad tiene usted mulá?
-"cuarenta años".
-"pero eso mismo me dijo la última vez que se lo pregunté, hace ya dos años".
-"sí; siempre mantengo lo que digo".
...
el mulá envió a un niño a buscar agua a un pozo.
-"¡ten cuidado de no romper la vasija!", le gritó, y le dio un golpe.
-"mulá -preguntó un espectador-, ¿por qué le pegas si no ha hecho nada?"
-"tonto, dijo el mulá, porque castigarlo después de que lo haya roto sería demasiado tarde, ¿no?".
...
todos los viernes a la mañana nasrudín llegaba al mercado del pueblo con un burro al que ofrecía en venta.
el precio que demandaba era siempre insignificante, muy inferior al valor del animal.
un día se le acercó un rico mercader, quien se dedicaba a la compra venta de burros.
"no puedo comprender cómo lo hace, nasrudín, yo vendo burros al precio más bajo posible. mis sirvientes obligan a los campesinos a darme forraje gratis. mis esclavos cuidan de mis animales sin que les pague retribución alguna. y, sin embargo, no puedo igualar sus precios".
"muy sencillo -dijo nasrudín-. usted roba forraje y mano de obra. yo robo burros".
el mulá nasrudín es un personaje mítico de oriente cuyas historias se van transmitiendo en forma oral (¿fellatio o cunnilingus?) desde hace mucho tiempo, y mucho es mucho.
estos textos pertenecen a la recopilación que hizo idries shah para el libro: las ocurrencias del increíble mulá nasrudín, paidós orientalia.