recibí una cadena que incitaba a la oración y al agradecimiento al señor por no padecer hambre extremo como los niños africanos. en la presentación de powerpoint se sucedían unas fotos tremebundas de muertos por desnutrición, o imágenes de sedientos desnutridos que bebían orina de camello en el desierto, las imágenes anclaban en textos del estilo: “gracias señor por darme tan fácil la comida por unas pocas monedas”, “debes sentirte afortunado de vivir en esta parte del mundo”, “me siento muy agradecido por lo que tengo hoy”, “espero que estas fotos sean un recordatorio de lo afortunados que somos”.
y, claro, uno puede pensar: sí todo bien, sino fuera porque el que pronuncia esas palabras parece el mismísimo demonio, quien podría fácilmente continuar la presentación con las siguientes frases: gracias señor porque aunque mis miserias sean muchas hay gente aún más miserable que yo; también te doy gracias señor por no haberme hecho el último orejón del tarro ya que existen otros más pisoteados que yo. porque yo señor seré una basura pero al lado de esos negritos... mi dios.
gracias por castigar nuestros pecados con tanta benevolencia porque no me quiero ni imaginar lo que habrán hecho esos negritos para que los destroces de esa manera horrible. gracias señor por ser tan indulgente con nosotros que solamente robamos a ahorristas, a jubilados, a empleados de toda índole señor, nada más violamos niñitos indefensos, apenitas torturamos e hicimos desaparecer presos políticos, traficamos algunos pocos niños y órganos y abandonamos pobres en la calle, nada más, pero esos negros, señor, esos negros tienen que haber hecho horribles porquerías para que les envíes tus siete plagas al mismo tiempo.
también te agradezco señor esta vida insulsa, pedorra, frívola y enajenada, porque al menos no me muero de hambre como esos negritos africanos; y también gracias señor por las quince horas de trabajo por día, sin francos ni feriados, porque puedo tomar agua, y muchas muchas gracias por haberme hecho habitar esta parte del mundo donde todos somos blanquitos y no tenemos nada nada de hambre. y ahora sí, pongámonos a orar todos juntos por no ser unos negros africanos que andan mendigando comida y oremos también para agradecer este asadito, bien regado con vino tinto y también gracias señor porque pudimos pagar un traba de postre para todos los amigos.
amén, amén, amén, a menudo llueve.
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cuando estábamos de sobremesa entró la mujer. petisa, gorda, desalineada y en pedo. entró con movimientos inciertos y palabras prepotentes. se guardaba unas monedas en el corpiño, que se le caían por la panza. y repetía la operación una y otra vez. nos preguntó si la invitábamos a comer y le ofrecimos lo que quedaba en nuestros platos, que era bastante, porque nosotros ya estábamos hasta el caracú de comida. dijo que no quería y fue hasta la barra y pidió una milanesa, pero le cortaron la cara en seco. bueno, entonces déme una cerveza bien fría... no, ya estoy por cerrar, ya no vendo nada.
la mina volvió y se puso a hablar de nuevo con nosotros. vengo de la morgue judicial, fui a ver a mi hijo que está muerto. a mí no me van a pasar, yo soy analfabeta, no sé leer ni escribir, pero no me van a tocar la pierna. sabés lo que es que se te muera tu hijo? a mi hijo no me lo toca nadie... pero ahora ya me lo tocaron. me das un trago de cerveza?
-sí, tomá. querés comer un pan?
-no, el pan me lo compro yo, yo tengo mi plata, trabajo... en la calle, soy trola, pero ya no quiero trabajar más. ustedes se ve que se aman. sí, se aman. cuidensé. yo ya no confío en nadie. soy puta pero ya no quiero más. lo hago por mis hijos pero ahora a mi hijo lo tengo muerto. ¿sabés lo que es tener a tu hijo muerto?
-no gracias, está bien.
mi papá se está muriendo. tiene mal de parkinson. sabés lo que es que se te esté muriendo tu papá? cómo lo voy a resistir? y no es mi papá de sangre, es el hombre que me crió y se está muriendo... yo me quiero morir también. me voy a tirar abajo del tren. y tengo una hija. también tengo una hija. no soy mentirosa. soy puta y tengo cáncer. tengo cáncer en el busto. tengo miedo. ya voy a ir al hospital. voy a ir esta semana. mi papá me dice vos podés que sos linda, pero antes no chupaba, y ahora también chupo.
agarró servilletas con desprecio y brutalidad. se limpió los mocos despectivamente. me pidió otro cigarrillo y me pidió que se lo prendiera. le ofrecí el encendedor, pero insistió en que se lo pendiera yo. se lo prendí. encendí un cigarrillo para mí, me levanté y pagué la cuenta. cuando volví a recoger mis cosas me mangueó dos pesos para viajar. salimos los tres a la calle y empezamos a caminar. la noche estaba fresca y en el cielo despejado se veían estrellas.
se nota que ustedes se aman. ella es linda, hacen linda pareja. les va a ir bien. cuidensé. a dónde van ahora?
-ahora nos vamos.
-¿nos podemos ir los tres?
-no, no nos podemos ir los tres.
-uh mirá a este! le pego una trompada?
-no, cómo le vas a pegar una trompada, mejor decile un piropo.
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lanús salió campeón del torneo de primera división y arsenal de sarandí es el campeón de sudamérica. y lo voy a decir con todas las letras: en la zona sur del conurbano bonaerense está el mejor fútbol de la argentina. y, sí, me vanaglorio de que nadie juegue al fútbol mejor que nosotros.
y no me vengan con que rosario, con que santa fe, con que córdoba, con que la zona oeste del conurbano, con que tucumán, con que la capital federal, con que san martín, napoleón y la concha puta de la madre... no papá, no me vengan, porque la papa, bebé, ta acá, en la zona sur. hay ejemplos de sobra para argumentar a favor de mi argumento, pero voy a usar uno solo, eso sí, irrebatible, un ejemplo que entra en una sola palabra: diego. sí, diego, no me vengan con quién es diego. nació y aprendió a jugar al fútbol en villa fiorito, partido de lanús (o lomas?), zona sur del conurbano bonaerense. punto y aparte.
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