Os voy a contar una historia...
Corría el año 1529 y la ciudad de Viena está sitiada hace varios meses por el temible ejército de los turcos y los reposteros locales, a fin de fortalecer el alicaído ánimo de la población, se apropiaron del emblema de los sitiadores: la media luna musulmana que flameaba en las banderolas del campamento enemigo. Y las moldearon en sus hornos de pan. Luego, el populacho se asomaba a las murallas de la ciudad y se mostraba ante los irritados soldados turcos masticando su símbolo sagrado... Qué podemos decir? Blasfemia y gastronomía van de la mano.
Toda factura tiene su historia (pregúntenles a los anarquistas de Malatesta el porqué de los sacramentos, bolas de frailes, suspiros de monja, bombas, vigilantes, etc) y mis medias lunas también, éstas las compré hoy a la mañana, y mientras me como la numero doce, les voy a contar su historia...
Cada mañana salto de la cama pisando arenas movedizas (cuesta vivir cuando lo que se ama se llena de cenizas), el sol entra por mis nuevas y naranjas cortinas, me tomo unos mates mientras convenzo a la rata de hace funcionar mi cerebro que es un buen día para que haga girar su rueda, y miro el cielo cada vez más azul, convenzo a mi mujer que los hombres a diferencia de ellas podemos no pensar en nada, y salgo a internarme a la jungla (welcome...) dejo a mi nena en lo de mi suegra mientras me aferro a la esperanza de que en unos dias voy a estar mirando el mar, el infinito mar...
Me compro mi docena de facturas, me tomo el bondi mientras el compañero Ferrer me cuenta acerca de libertades, sueños y utopías, el cielo azul me lo confirma, llego a Hurlingham, y un amigo me dice que me consiguió laburo que vaya a la entrevista, queda por acá me tomo el bondi.
Voy (el inconciente del colectivero, previa aceptada del soborno medialunesco a cambio del pasaje, no sabe decirme a donde voy). Por qué nadie sabe decirme adonde voy? Y me bajo por aproximación fruto de mi olfato, camino por unas calles llenas de barro, pozos, camiones viejos, algún chori en la lejanía empezándose a hacer tienta con su inconfundible olor, conozco la miseria proletaria del barrio comprendido entre Camargo y Márquez, según el viejo consul Apio todas las vías conducen a Roma. Así llego preguntando, rebotando por muchas cuadras, a la fábrica. Hay veces que sobran las palabras, ésta entrevista es una de esas veces, miseria, idiotez, laburo cuasi esclavo, un jefe que te mira mal si pedís lo que vales y te dice ¿cómo queres ganar eso? Si es lo que gano yo despues de cinco años. Qué culpa tengo yo que te hayas dejado cagar tanto tiempo? En fin, no quieren pagarme mis cuarenta diarios, tendría que dejar teatro, el profesorado y vivir para ellos. Antes de irme recorro la fábrica, reparto mis facturas a los pobres pibes y de paso los sublevo un poco, no pueden cobrar esa miseria cuando su laburo lo cobran 300 veces más.
Cuando salgo el colectivo que me trajo pasa por la esquina y de la mano de enfrente me lleva nuevamente a Hurlingham, antepenúltima factura. Qué puedo decir... El día es hermoso, yo ya no estoy trabajando, pero que más da, si el día es hermoso. Nuevamente el sabor de la libertad, el no tener rumbo fijo, la incertidumbre del mañana, la confianza en los hombres, la ginebra de la estación, que Racing no sale campeón, tanguito de fondo, qué numero salió, la ironía de las vías, el vasito de plástico girando loco por el viento que lo lleva... Y yo qué les puedo decir, no sé si soy hombre o soy perro, perro que sigue errante, buscando, corriendo, ladrando, mordiendo, mostrando los dientes... La libertad, no conozco a fondo ese secreto helado, sarandeces.
Así me encuentro otra vez en la puta calle, va rápida la vida pero ante las difucultades nosotros la vencemos, somos mas fuertes (que grande el manu). Y yo sigo con mi motor que nunca deja de rolar, muy rápida la vida, eu un mondo dificcile, no sé de donde vengo ni adonde voy, ni padre ni madre ni perro que me ladre. Y ésta es la historia de mis medialunas, la historia de medio día cualquiera. Al fin y al cabo dentro de poco surgirá otra cosa de la forma más rara que imagine, y seguiré rondando, por eso si entre ustedes hay alguien que NO se pregunte no tendre, no seré, no terminare como... perro, tendría que cuestionárselo, o por allí se encuentran solos en una esquina descubriendo el mundo, o se preguntan hasta dónde nos lleva la vorágine maquiavélica de este tren, cual es el verdadero valor de las bicicletas, si es así... pero bueno esa, esa es otra historia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario